martes, 10 de julio de 2007

malos vientos

Durante cierto tiempo me decían que creyera en el viento. Pero hace mucho que dejaron de hacerlo.
Y es que yo jamás creí en el viento. Siempre me pareció un insulto hacia los otros vientos creer en uno especial.

Me decían que el viento me ayudaría a ser mejor persona. Y que en las noches de invierno, el
viento podría ser cálido. Y que en las noches de verano, el viento podría ser frío. Pero a mí eso me parecía más opio que viento.

Me enseñaron cómo hablar con el viento y durante un tiempo lo hice. Pero crecí y preferí enfrentarme a la vida sin sueños de viento.

Pues, ¿no es acaso el viento el que levanta la arena que te golpea en la piel? ¿Y no es el viento el que se lleva casas por delante?

No, no me pidas que crea en el viento, soy incapaz al ver cómo te lleva lejos. Y lo más triste es que no es el viento el que te aleja, eres tú el que soplas para marcharte a luchar contra molinos.

Molinos de viento, qué paradoja.

Luchas, al fin y al cabo, contra lo que crees. Y no lo ves.
Y perderás tu vida allí. Y yo viviré por ti, sin ti.




1 comentario:

Iván Paul dijo...

tienes toda la razón...